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La caída

Lautaro Scalzone 4º "A"

    “Cuando me muera ni se te ocurra vivir llorando, ni quiero estar en un cajón ahí y que todos estén depresivos. ¡Por dios, prométemelo!  Esas fueron las últimas palabras que dijo un padre a su hijo antes de irse de su casa.  El hombre, cansado de todo, decidió irse a un lugar donde no lo molestaran y donde pudiera pensar un poco lo que iba a hacer. Él, hombre de la tercera edad, se fue al puente de Brooklyn, a unas pocas calles de su hogar.  Allí, se apoyó en la baranda del puente y mirando las grandes olas que tenía a varios metros de sus pies,  pensó: “¿Cómo podré seguir viviendo con todos estos problemas que me rodean y me matan lentamente?” Recordó entonces la frase que le dijo su hijo: La imaginación es más importante que el conocimiento.  Ésta, le hizo planear dos ideas que funcionarían juntas para terminar con sus problemas.      Primero, antes de hacer lo que quería, se sentó en la baranda del puente, y memorizó: Esta vez no solo necesitaremos ser veloces, sino también usar la cabeza”.   Entonces, en ese momento, empezó a realizar su primer idea, que era difícil ya que constaba en visualizar recuerdos de su vida y tratar de borrarlos todos para siempre.  Empezó a ver cómo las imágenes caían en su mente... "Las imágenes detienen el tiempo en esta vida que pasa tan rápido, se dijo.  Se veía en ellas  cuando era un niño, cuando era feliz con sus padres antes de que murieran. El no sabía el porqué pero todos sus recuerdos se presentaban en una negra oscuridad, él pensaba que esa oscuridad representaba que ya era mayor y que no había marcha atrás para volver a estar en ese momento de su vida.

     “La vida es resistencia le decía su madre a la edad de los doce años cuando volvía del colegio con moretones provocados por los chicos que le hacían bullying y le pegaban. El no tenía amigos, los pocos que tenía, se alejaban para no ayudarlo cuando lo molestaban. ¿Qué amigo es un amigo si no te tiene como amigo aunque sean amigos El no sabía la respuesta a esa pregunta.   La mamá le preguntó que a qué se debía que lo molestaran tanto.

     El solo quería cumplir su sueño de ser bailarín.  Para él ,"bailar era soñar con los pies", pero para sus compañeros de clases habían sido solo tonterías.  Decidió ocultarse de todos ellos y bailar a escondidas, así no siempre sería la burla de todos.

      Otro momento pasaba por su cabeza, una imagen, el recuerdo de su primer amor.   En este recuerdo ya la oscuridad se empezaba a desvanecer.   Recordó, se dio cuenta que "todos caminan por lugares diferentes sabiendo que el mundo es redondo" y siempre se terminan encontrando para tener una segunda oportunidad. Ese primer amor que el recordó, fue también el último ya que era con quién se casó, con quién tuvo hijos y con quien estaba viviendo el resto de la vida que le quedaba.  El sabía que ella era la única que le daba esperanza para seguir adelante y cuando falleció, ya no sabía qué hacer.

      Seguía visualizando sus recuerdos y cada vez más claros. Veía como caían... Veía a su hijo crecer con su mejor amigo y a su hija con su amiga de toda la vida. La amistad es lo más preciado que puede haber entre las personas, lástima que yo nunca tuve un amigo” pensaba él.

      Un día en el que sus hijos ya eran adolescentes y no tenían a su madre, el hijo varón se había escapado de la casa y el hombre, al darse cuenta, lo siguió.  Llegó al lugar en donde había estado su hijo  y vio que éste  sacaba una lata de aerosol en la casa de la novia y  escribía en la pared:  Sos el arroz de mi alto guiso.  Perplejo  se había quedado.   Hasta que había decidido escaparse velozmente para que no lo descubrieran.     El hombre se había reído a carcajadas.  Le recordaba a las tonterías que había hecho él cuando era un joven.  Otro buen momento había sido recordado.

     Quedaban pocos recuerdos y ya eran cada vez más claros, el negro había desaparecido, ahora era un total blanco .

     Volvió a visualizar cuando tenía veinte años, no pudo cumplir su sueño de ser bailarín pero había comenzado a trabajar en un teatro “algo es algo”  había pensado.   Al ayudar a subir los telones y prender las luces del escenario, escuchaba a los payasos decir: Que suban los telones de mis ganas de reír, que le tapen la boca si se pone a discutir. Solo diciendo eso, el público se reía a carcajadas igual que él.   Pero no siempre los payasos eran chistosos, detrás de escena, estaban  muy tristes y además eran muy  inteligentes, mucho más que cuando actuaban.  No hables de lógica entre monos, o sentirás el aullar de los lobos, le susurraba uno de los más grandotes al pequeño principiante, ellos veían al público como idiotas.         Ese momento le dejó dos enseñanzas al hombre, una; que no siempre las personas son quienes parecen ser y segundo; que "los momentos más felices de la vida se comparten con las personas que más amas".  Ésto lo pensaba puesto que todo el público eran familias unidas, cosa que él no tenía.

Me gustaría despertarme con amnesia y olvidar todos los estúpidos recuerdos”, pensaba mientras  se obligaba   a seguir recordando.  

     Finalmente, éste parecía ser su último recuerdo:  Todo era  un gran fondo blanco, no había ni suelo, ni aire, solo la nada y él.   A lo lejos veía una imagen borrosa, una silueta que ya había visto antes. Decidió acercarse lentamente para ver qué o quién era en realidad, y estando más cerca escuchó: “No hay vuelta atrás, perdón, yo sé que me amas "y es que a veces tenemos que abandonar lo que más queremos por las personas que más amamos."   Empezó a correr, la imagen se hizo más clara y llorando de felicidad, se tiró sobre ella abrazándola con todas sus fuerzas. Ya no la soltaría más. De ese blanco vacío, pasó a un blanco vacío con dos personas que siempre se amaron.   Un fuerte golpe sonó y todo terminó en oscuridad.

      Su segunda idea, se realizó al mismo tiempo que cuando estaba recordando los momentos de su vida.  Esa idea, era llevarse por los fuertes vientos que había en la baranda del puente, cayendo a un fin, sin vuelta atrás.

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