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Soledad compartida: Más felicidad y alegría

Micaela Bustamante

 

Caminó descalzo sobre la arena mientras observaba la luna que iluminando las olas del mar se encontraba. Suspiró, al fin se sentía tranquilo.  A continuación, bajó la mirada hacia las aguas cristalinas y se inspiró para escribir.  Al finalizar volvió a su casa, debido a que ya era demasiado tarde, pero se sintió triste, culpa de la soledad que lo acompañaba. "Vacío", dijo por lo bajo a sí mismo. Melancólico volvió a la playa, su lugar, y se sentó junto a una fogata, donde comenzó a cantar. Un grupo de jóvenes que caminaban por allí escucharon su melodía, por lo que decidieron acercarse y sentarse a su lado.

Así, en compañía, ya no se sentía tan solo, logró olvidarse de sus penas y pasar un agradable momento. De esta forma fue como entendió que pasando tiempo con otros era mucho más feliz que estando solo.

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