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 “PISTAS FALSAS”

Autores: Daniel Esteves y Lautaro Gallinares

 

Tras un largo día dos detectives: Campo y Fernández estaban a punto de irse a casa pero una llamada lo impidió.

En la llamada se redactaba que un cuerpo yacía muerto cerca de un puente por lo que tuvieron que acudir al instante.  En el lugar  los detectives examinaron el cuerpo. A simple vista era una chica golpeada con heridas en el vientre y sin identificación.  La situación ameritaba que cordonaran la escena del crimen para hallar pistas. No encontraron nada revelador.  Habrá que esperar a que los patólogos hagan la autopsia.

El detective Campo cansado pero no por eso desatento, cree recordar casos similares de años anteriores. Le pidió al ayudante Fernández que vaya a descansar pero que mañana a primera hora empezara a buscar similitudes  con este crimen. El detective no estaba equivocado. Fernández había encontrado dos asesinatos con una diferencia de tres años entre sí, con características similares con el caso de la chica recientemente hallada.    Golpes y heridas cortantes en el vientre, edades entre 25 y 30 años, fueron las características que le llamaron mucho la atención a Campo y  ambos creyeron estar en busca de un asesino en serie.

 Ya pasados dos meses los detectives  buscaban pistas y testigos, cuando  otra mujer apareció en la cercanía del mismo puente sin vida.

Campo: - Sin duda estamos en presencia del mismo asesino

Fernández (Se preguntó): -¿Por qué  había vuelto a matar después de tanto tiempo?

Mientras tanto el asesino pensaba el motivo a sus actos cometidos, llegó a la conclusión de que sus primeros asesinatos fueron por una furia que él no podía controlar, pero que esto fue cambiando, y lo que una vez había sido furia desenfrenada se había vuelto algo placentero. Él supo que quería seguir matando y por esta razón es que el tiempo transcurrido entre sus víctimas eran más cortos. Creía ser más inteligente que los detectives, incluso dejaba pistas falsas para confundirlos.

Pero Campos y Fernández se dieron cuenta que jugaba con ellos, y supieron, que en algún momento se iba a equivocar.

Sin descanso una y otra vez leyeron esos expedientes, y notaron que coincidían los horarios del médico que atendía a todas esas mujeres, investigaron con más profundidad y se dieron cuenta que podía ser el hombre que ellos estaban buscando.   Su consultorio quedaba a pocos minutos de todos los crímenes de aquellas mujeres. Todo encajaba. Parecía.  Debían hacer algo para atraparlo.

Una mujer policía se hizo pasar por una paciente y fue a su consulta, al tener similares características al de las mujeres asesinadas los detectives estaban convencidos que la intentaría atacar.  Lo que pensaron estratégicamente  sucedió y cuando esto pasó lo tenían cercado y pudieron atraparlo.  Fue condenado a cadena perpetua por los brutales asesinatos a todas esas mujeres.

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