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                                             La verdad 
Esther Díaz se ha dedicado a la enseñanza y al difusión de la filosofía, considera que así como se puede gozar de la música, aún sin ser músico, se puede gozar de la filosofía, aún sin ser filósofo.  
Este ensayo apunta a esbozar  problemas, más que a otorgar soluciones, a abrir senderos, más que a desarrollar caminos.
¿Qué es la verdad? La verdad es una relación de coincidencia entre el pensamiento y la cosa a la que éste se refiere.  L a verdad es una concordancia entre el juicio y la realidad.  La verdad es una relación de adecuación entre el pensamiento o su expresión mediante una proposición y la realidad a la que apunta dicha proposición.  Una oración es verdadera si designa un estado de cosas existente.  La proposición “usted está sintonizando Radio municipal” es verdadera si, y solo si usted realmente está sintonizando Radio Municipal”.  Esta nos parece tan obvia que casi no necesita explicación, tal vez porque en una sociedad científica como la nuestra se relaciona verdad con objetividad, conformidad con la lógica y correspondencia con lo real.  Hemos reiterado varias veces la palabra “relación” para hablar sobre la verdad, porque concebimos la verdad como una relación para hablar sobre el lenguaje y la realidad.  Pero hubo épocas en que la verdad como relación no era tan obvia, como lo es para nosotros.  Ni siquiera se podía concebir un desdoblamiento entre palabra y realidad, porque la palabra verdadera constituía la realidad.  Si un amo de la verdad, como el adivino, el poeta o el rey de justicia en Grecia arcaica decía, por ejemplo, que determinado guerrero era valiente, tal guerrero era valiente.  La palabra le daba el ser.  A nadie se le hubiera ocurrido dudar de la valentía de tal guerrero.  No se necesitaba confirmación empírica, como se exigiría hoy.  La palabra verdadera era la que instauraba era la verdad. 
Por un lado, se suele creer, que la verdad es una, que siempre ha sido y será la misma.  Por otro lado, la historia muestra que a distintos sistemas de pensamiento corresponden distintas concepciones de la verdad.  Uno de los motivos del cambio en la concepción de la verdad es que la verdad tiene que ver con el poder, y el poder cambia de manos.  No existe fragmento de verdad que no tenga que ver con el poder.  Las verdades se mantienen y siguen vigentes mientras, directa o indirectamente, total o parcialmente, estén avaladas por algún tipo de poder.  La verdad tiene que ver con la política.
Entendemos por políticas las relaciones de poder que e dan entre los seres humanos.  Estas relaciones no se limitan sólo a las formas de gobierno, al juego de las luchas partidarias o a los asuntos de Estado, sino que se extienda en  a la comunidad entera, a la sociedad.  Se refieren al mundo, donde, por el solo hecho de haber hombres, se establecen relaciones de poder, por lo tanto abarcan la economía, la religión, el ejército, la justicia, la ciencia, el arte, la educación y todo lo que tiene que ver con la sociedad.
En el concepto de polis, encontramos el sentido originario de la palabra “política”.  Aristóteles considera que la esencia humana es la racionalidad, y define al hombre como “animal político”.  En Grecia no se podía imaginar al hombre independientemente del ciudadano y es justamente en un contexto político en donde se constituye la razón.  Se debía buscar el conocimiento por el conocimiento mismo, la búsqueda de la verdad se consideraba “desinteresada”.  Pero entre nosotros la razón no se orienta a la mera contemplación como en sus inicios, sino que se ha vuelto experimental.  En nuestra época, la verdad, que sigue racional  como en Grecia clásica, tiene que ver con la ciencia. La ciencia aplicada es tecnología, la tecnología se relaciona directamente con la economía, la economía se entreteje con la política.  Se ha cerrado el círculo, la verdad tiene que ver con la política, en todos los sentidos del término.
Los argentinos podemos citar varios ejemplos de verdades que no podían proclamarse como tales, con lo cual, se corría el riesgo de que dejasen de ser verdades, si todo el mundo las hubiera olvidado. Por nombrar solo alguna, recordemos cuando se prohibió la enseñanza de la matemática moderna o de la teoría de la evolución.  Esta prohibición de verdades teóricas, por parte de un gobierno, nos muestra algo de las relaciones  entre el poder y la verdad.
Durante el siglo V antes de Cristo se institucionalizó la verdad como única, inmutable y racional; pero no siempre la verdad fue racional, pensemos, por ejemplo, en la verdad mítico-religiosa.  Hubo pueblos que para dirimir la verdad acerca de una acusación, ataban al acusado de pies y manos y los tiraban al río; si se ahogaba, era inocente, porque el río lo había recibido, y si no se ahogaba, era culpable, porque el río lo había rechazado.  Este es un ejemplo de verdad mítica.  Ahora la verdad es racional.  No sabemos si la verdad va a seguir siendo nacional.  Sabemos sique la verdad ha cambiado a través del tiempo;  por lo tanto, la verdad tiene historia.
Tomar las primeras referencias griegas acerca dela racionalidad y seguir la afirmaciones de la ciencia hasta nuestros días sería hacer una historia interna de la verdad.  La verdad tiene otra historia, la externa; ésta tiene que ver con las relaciones con la política, la religión, la economía, la educación, y la cultura en general, con las condiciones sociales que las produjeron con éxito ciertas formas de verdad en detrimento de cualquier otra posible.

El texto pertenece a Para seguir pensando. Eudeba, 1989

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