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La chica del pañuelo azul 

Pilar García

Sufrió meses de humillación y maltrato en el más absoluto silencio, hasta que un día decidió que no podía soportarlo más. Ella, que con tan solo su mirada te causaba desde un cosquilleo a una sensación incómoda. 

 

La llamada “flaca”, solo así. Lo que menos importaba eran sus datos. Nunca fueron necesarios, hasta hoy. Nunca nadie había cruzado más de dos palabras con ella. Tampoco se le veía mucho por la calle. Siempre llevaba las mismas ropas y un característico pañuelo azul. 

 

Flaca, tenía tan solo dieciséis años cuando lo conoció. El, diez años más que ella y encaminado a hacia la fama. Él era arte, también lo hacía. Componía música, plasmando sus sentimientos en unas pocas notas musicales. También pintaba lienzos hermosos. Podrías ver su historia reflejada a través de sus pinturas.  Él mismo la escribía con un pincel en mano. Juntos eran arte, aunque también desastre. 

El hombre, tan solo necesitaba una musa, alguien en quien basar sus canciones y pinturas. Ella, necesitada de amor. Ese que nunca recibió, ni siquiera en su propia casa. Los primeros meses estuvieron bien, parecían una pareja normal. La diferencia de edad no parecía importarles. Aprendieron a amarse conectando sus mentes y sus pieles. Respiraciones agitadas una contra otra. 

La adolescente lloraba, pedía que parase. Él no parecía escuchar o, simplemente, no le importaba. Tenía sus manos alrededor de su largo cuello. Se le estaba dificultando respirar, como aquella primera vez que se conocieron. Solamente que ahora se encontraban en un contexto muy diferente. Accidentalmente, había tirado unas de sus pinturas. Eran nuevas y muy caras. El hombre no estaba de buen humor y se descargó con ella. Ella pensó que se lo merecía. Se merecía esas dos grandes marcas violáceas que tenía en su cuello y esa gran mancha negra que se estaba formando en su corazón.

Esa había sido la primera vez que recibió algún tipo de maltrato de él. Luego vinieron los golpes. Su cuerpo se empezó a llenar de hematomas. Parecía uno de sus pinturas, con tanta diversidad de colores. Él, la usaba de lienzo, al parecer. Quería mostrar sus sentimientos, su ira, a través de su cuerpo. Sin darse cuenta que la estaba matando, por dentro y fuera. Usaba ropa que le cubriera las zonas lastimadas y para su cuello, un pañuelo azul. 

Fue aquel día de agosto, en el que se llenó de valor y terminó con todo su dolor. Era una noche fría y en las calles no había ni un alma en pena.  Su pareja tenía ciertos problemas para dormir, por eso mismo, le habían recetado unas pastillas para terminar con su noches de insomnio. Aunque eso también terminaría con la vida de Flaca. 

Antes de tragar las pastillas, se había quitado toda la ropa. Quedó desnuda, con su pañuelo azul atado a la muñeca. Se acostó, ingirió las pastillas y esperó que la muerte hiciera con ella lo que tanto deseaba.

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