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Dejó la vida

 

Era una final de un torneo llamado “las bicis”. El equipo que ganaba se llevaba 16 bicicletas nuevas. Ninguno de nosotros tenía, así que nos pusimos las pilas y entrenamos para el gran partido.

 Mi amigo, Arturito, era el más entusiasmado por el torneo ya que si ganaba con la bicicleta podría ayudar a su mamá a hacer los mandados ya que ella no tenía auto.  Él estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ayudarla.

Y llegó el día más esperado para nuestro equipo, habíamos entrenado mucho y nosotros nos veíamos muy confiados.

Nuestro rival era sin dudas uno de los mejores del torneo.  Había perdido solo 2 partidos en la fase de grupos y desde allí gano todo. El equipo se llamaba “Deportivo Desamparado”.

Era Domingo y hacía mucho frio, el partido era a las 14 hs.

Estábamos nerviosos porque a la salida del complejo estaban todas las bicis esperando para ser llevadas, pero al mismo tiempo confiados porque estábamos muy bien entrenados.

Y comenzó…

Al principio del primer tiempo empezamos ganando con uno gol de Juanma lo cual gritamos mucho. Luego el partido se puso mas reñido y ellos se nos venían encima. Nos clavaron un golazo de tiro libre y comenzamos a ponernos nerviosos.

Cuando terminó el primer tiempo fuimos al vestuario a reflexionar sobre el encuentro lo cual nos calmó mucho.

En el segundo tiempo fue mucho más parejo nosotros estábamos muy animados. El gol nuestro se veía venir. Hasta que Arturo metió un golazo de mitad la cancha estrellando el balón en el ángulo, un gol inatajable. Tras el gol nos pusimos un poco mas defensivos, por lo tanto, ellos más ofensivos. Esta estrategia  hizo efecto ya que nos estaban pateando mucho al arco. El gol de ellos estaba cada vez más cerca.

Ya casi al final del partido, a punto de ganar el campeonato hubo una jugada áspera en la cual Arturo se tiró a barrer a un jugador del equipo rival tratando de sacarle la pelota.  Se raspó la pierna y le dolió mucho porque se golpeó donde ya tenía lastimado y por lo tanto se le infectó. No supo que hacer ni a quien llamar, nadie lo oía hasta que se comenzó a sentir muy mal.

Llamamos a su madre pero ella no contestaba ya que estaba trabajando. Cada vez estaba peor así que llamamos a la ambulancia. Lo llevaron al hospital pero ya era demasiado tarde cuando llegamos.

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