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ALICIA RIZZUTO

El rol que deben ocupar los adolescentes en la escuela secundaria.
Como espectadores perplejos de una institución en crisis, fragmentada, los docentes miramos la adolescencia como un fenómeno que nos resulta ajeno y despierta, en cada uno de nosotros sentimientos encontrados, que pueden provocarnos huida o ser el motor para la acción, que genere una nueva escuela donde los jóvenes puedan ser alojados sin extrañeza.
Hoy estamos entre Eros y Tánatos, pareciera que cada uno, alumnos y docentes, espera del otro, lo que el otro no puede dar…
¿Cómo se genera el cambio? ¿Cómo situar la mirada en “lo que hay y no en las ruinas de la escuela que ya no está con alumnos” jóvenes que ya no tenemos?
Mirar para sorprendernos de lo conocido, que nos interpela, mirar revelando la multiplicidad de fenómenos que visitan la escuela, o entender el proceso grupal, sus matrices, la comunidad social que contiene la comunidad educativa, los procesos de ayuda, dirección y de control que originan, es parte del desafío.
Encontrar sentido, significantes válidos, nuevas configuraciones psicoemocionales y políticas que a pesar de resistir nos posibilita arribar a las necesidades reales y lícitas de nuestros alumnos adolescentes, respetando así su lugar primordial de sujetos de derecho.
Propongo, desde el rol directivo, acompañar a todos los actores a vislumbrar el encuentro en la fisura, en el intersticio… en el espacio transicional de aquello que “ES” y de lo que ya “NO ESTÁ”. Allí en el cruce que no se ve, donde se encuentran las almas deseantes y se produce al calor de “lo genuino” el conocimiento.

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